martes, 26 de octubre de 2010

Cuento de hadas y princesas

El sol del otoño combina con los ojos miel de Diana y con la bolsa de
Daniela.
El truco está en ver sin ver, una mirada de hielo, una sonrisa tirada como una
flor sólo para el I N D I C A D O. Pero jamás una mirada, tienes que desconcertar,
no eres de esté mundo ¿ok?

Horas de dedicación a la escuela, coronadas por esta noche en que ellas serán las reinas.
Son dos ninfas que flotan en medio del salón, sonrisas exquisitas, gestos delicados.

A nadie le queda esta ropa cómo a nosotras. Piensan a coro.
-Mira, nos comen con la mirada. Estamos geniales Dani.
-Claro, la elegancia se lleva en la sangre.

Maquillaje, vestidos y sus cuerpos esbeltos.

E s b e l t í s i m o s dicen con malicia por ahí.

-Puras envidias- dice su mamá.
-Esas gordas con mal gusto, mira como se les salen las lonjas.
En realidad hasta a ella le da pena salir con sus hijas, son tan hermosas, tan
como de R E V I S T A . Pero eso sí, sus hijas son listas, estudian y mucho.
Ser su chófer,
su paje,
su hada madrina.


La música, las sonrisas, las bebidas, los coqueteos, la comida.
La comida de Diana regreso a la cocina como vino, intacta.
Infecta, grasosa, llena de calorías e ingredientes artificiales.
-Yo sólo orgánico !eeeh!
Todos hacen como que no ven.

-¿Bailas?
-NO, gracias-Sonrisa de hielo, vete despreciable gusano.
Mil veces vendrán, sólo algunos tendrán el gusto de siquiera platicar con ellas.

Las noches se suceden, llenas de estrellas que nadie puede ver porque hay demasiadas luces
artificiales en esta ciudad.

-El asunto es que ya no puedo comer nada... óyelo N A D A... todo es tan sucio...
mejor un cigarro y a dormir. Mañana me tomo un jugo, algo L I G E R O.
-¿No crees que debes ver a un doctor?
-Estás loca, me van a poner a comer y me van a mandar al loquero. Y eso si que NO
Dani.
Pinche Daniela. Como ella es delgadita natural... !pero yo no! Yo salí cómo mamá
...gordita...espesa...Primero muerta que cómo mamá.

Te has estado mintiendo, y le has ayudado a mentir, ahora parece un monstruo. De su rostro
hermoso no queda nada, un cráneo con pelos como de elote, de cebolla.
¿Por qué dejaste que se matará?
Porque era más bonita que tú.
Acéptalo, tú estás P L A N A y ella sí parecía una mujer...parecía.

Te levantas y tomas la almohada, caminas despacio, te dejas caer, empiezas a apretar,
ella no tiene fuerzas. Es posible que ya esté muerta.
Murmuras.
-Pinche Diana, te hubieras suicidado cuando te dije.

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