-¿Crees que los encontremos a todos?
-A huevo que tenemos que encontrarlos, porque si no, ya valimos madre. Es una pinche boda, los familiares que no estén ahí es porque les importa un carajo.
-¿Y qué tal si hay más de los que pensamos? Traigo las balas contadas.
-¿Eres pendejo o qué? ¿Cómo se te ocurre no traer de reserva?
-Oh, pues ¿qué querías? Esos güeyes no me fían y ya tenemos suficientes pedos como para que también me los chingara a ellos.
-Pues ojalá y que sean menos de la cuenta, porque en una de esas se nos voltea...
-Ya sé, si nos falta le completamos con Molotovs.
-No seas pendejo, esos cabrones traen cohete todos, no te van a dar chance de andar prendiendo la Molotov.
-Entonces da lo mismo, si todos traen cohete no podemos dispararles a todos al mismo tiempo.
-Por eso traemos metras, estúpido.
-Yo sólo te aviso que si veo que se me están acabando las balas, agarro una y me la meto en la jeta.
-Dios quiera que no, carnal, pero harías bien, porque esos cabrones no te van a matar tan fácil si te agarran. Yo voy a hacer lo ídem si se presenta la ocasión.
-¡En qué pedo andamos metidos brother! ¡Y todo por tu pinche prima!
-¡Ni la hagas de pedo, pendejo! Cuando te cojiste a mi hermana firmaste tu pacto con esta familia, cabrón, ¡Ahora te chingas!
-¡Pinche Diana! Debió suicidarse cuando se lo dije.
-Pues sí, pero entiende que no lo hizo por su chavito.
-¡Pues valió madre! De todos modos ahorita el pinche escuintle ya está con los demás.
-Ya no chilles, al rato vamos a alcanzarlos si no nos ponemos las pilas.
-Por un lado estaría bien petatearse de una vez, después de todo ya no queda más familia que el tío Luis y para estar con él, mejor muerto.
-Por lo menos nos llevaremos a unos de los suyos, pa' que aprendan lo que se siente.
-Desde que nació ese pinche chamaco nos cargó la verga a todos. Mantenerlo salía más caro que una mansión del otro lado del río.
-Él no tiene la culpa, la tuvo la pinche Diana que no quiso trabajar, se fue por la fácil.
-Nadie de los que se chingaron tenía la culpa tampoco. Y yo se le dije, estaba muy cabrón su asunto, si se hubiera metido un plomazo se hubieran calmado los ánimos.
-El “hubiera” no existe. Además, ¿tú crees que esos hijos de la chingada iban a renunciar a su lana sólo porque la pendeja esa estaba muerta? Nos la iban a cobrar de todos modos y nadie de nosotros tenía esa cantidad.
-¿Cómo de que no? ¿Y el tío Luis? A ese cabrón es al que deberíamos de matar primero, por pinche tacaño.
-No seas pendejo, él tampoco tenía vela en el asunto. Además, esos cabrones mataron a un chingo de personas inocentes, se merecen lo que les tenemos preparado.
-¿Y qué vamos a hacer si sobrevive uno de ellos? Son capaces de encontrarnos en cualquier rincón del mundo.
-Por eso nos vamos a asegurar de dispararles bien, directo a la choya.
-Lo que quieres que hagamos ni Rambo lo podría hacer.
-Sólo hay que encomendarnos a Dios y a San Juditas, verás que todo sale bien.
-No sé, tengo un mal presentimiento de esto, además me están temblando las patas.
-Échate un perico para que se te quite, no quiero que te rajes y me dejes sólo con el paquete.
-Eso nunca carnalito, no podría vivir con ese remordimiento.
-Entonces más vale que te armes de huevos, porque ya casi llegamos.
-Vicente, si no sobrevivo yo y tú sí, sólo quiero un último favor.
-Con todo gusto Nario, ¿Cuál es ese favor?
-¡Mata al pinche tío Luis!
-Estás bien pendejo...
OK, ahora si que me la pusiste díficil!!!
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