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viernes, 28 de agosto de 2009

Una cronica (iii)


En un momento dado ganamos ya que rectoría cedió, ese fue el momento decisivo, ya que se hizo claro que existían dos tipos de paristas. Esto es los moderados que queríamos parar ahí con la victoria y regresar más fuertes que nunca a las aulas con un movimiento estudiantil ganador sin desgaste que podría hacer mil cosas. Y estaban los ultras que empezaron a pedir la renuncia del rector y el cumplimiento de los seis puntos del pliego petitorio.
En ese tiempo yo me hice un poquito evidente porque estaba por aceptar la victoria y regresar a clases.
Pero todo fue inútil, tal vez porque somos más pacíficos y evitamos la confrontación directa los moderados fuimos borrados del mapa.

A partir de entonces me encerré en casa a leer libros y periódicos, a escuchar música y noticieros.
De vez en cuando mi padre y yo comprabamos comida y se las llevábamos. Cuando había marcha
mis padres se unían al contingente y regresaban con volantes y noticias.
Fueron tiempos dolorosos para mi, estaba terriblemente triste, porque estaba segura de que entre los ultras habían personas infiltradas empeñadas en hundir el movimiento.
Y todos los jóvenes que teníamos ideales eramos arrastrados por una ola negra de desesperanza, soledad y desconcierto.

Un viernes acudí a una asamblea para decidir si regresabamos a clases o no. Fui pensando que existía verdadero interés en nuestra opinión, pero era una ilusión. A la mitad de la reunión cuando casi todos los asistentes pedíamos terminar la huelga en prepa 3, unos tipos cerca de las rejas empezaron a gritar:
-Ahí vienen los porros-
-Están aquí afuera viene a tronar la asamblea-
Me encabroné a fuera sólo estaban los padres de los chavos que habiamos acudido a la asamblea. Me levanté y me salí . Una vez afuera me senté en la banqueta y lloré sin más, mi padre intento consolarme.
En ese instante decidí que todo había terminado, que no podría seguir estudiando y que me metería a trabajar en una de las fabricas cercanas a mi casa.
Jamás sentí tanta rabia como en ese fin de semana.
Cuando a la mañana de ese domingo anunciaron que la PFP había entrado a CU una marea de sentimientos encontrados me ahogó.
Había recuperado mi vida, pero a cambio de la vergüenza.

Ix

miércoles, 5 de agosto de 2009

Una cronica(II)


Una vez que se instalaron las barricadas debíamos comunicarnos con la gente y explicarles lo que estaba pasando, ya que sabíamos que la tele iba a decir lo peor de nosotros.
El medio perfecto era el boteo; la primera vez unas amigas y yo salimos a aprender con un cuate experto llamado el Gris. A su lado aprendimos las reglas básicas y todo lo necesario para hacerlo nosotras solas.

Nos subíamos a un camión saludábamos amablemente a los usuarios, nos presentábamos y explicábamos la causa de la lucha.
En general nos iba bastante bien, pero de vez en cuando nos tocaba regaño, recuerdo a una señora que vendía jugos y que nos dijo que nos pusieramos a estudiar.

Mi prepa estaba frente a una avenida grande, asi que la ruta normal era tomar un camión tras otro, pero después de una visita a prepa 2 me toco botear a fuera del metro escuadrón 201, por un momento me sentí fuera de mi terruño pero asumí mi responsabilidad y fuí la lider de mi grupo. Al final del día juntamos más que otras brigadas, lo atribuí a que los otros equipos no tenían chavas.
Esas primeras semanas de huelga fueron fantásticas aprendí mucho acerca de la organización y orden que los jóvenes podemos tener, de la fuerza de la imaginación y de la esperanza.
Participé en la comisión de seguridad, ayude leve en la cocina, actué en una obra de teatro,estuve en la casilla de la primera consulta.
Jamás olvidaré lo hermoso que es pelear por una causa justa junto a personas iguales a tí.

Bueno pero a veces los sueños no terminan como uno quisiera.

IX