lunes, 3 de octubre de 2011

Ángel en libertad

Ángel en libertad,

harta del mármol celestial,

buscabas superficie alterna

donde reflejarte

y demostrarnos tu existencia:

al verse desnuda

un ángel borra de su piel

los versos tatuados

en escritura primordial,

el halo protector,

y el tono de cera inmortal.

Entre ángeles hay norma

que impide encontrarse,

sin la pulcra vestimenta,

en los ojos de otro.

Y ni alquimia ni plegaria

transmutarían las nubes

en propicio cristal.

Pero, en la furiosa ciudad,

el efecto deseado hallaste

en tanto espejo mineral,

y sin dudarlo asumiste

del color el artificio

y, como acuarela efímera,

sobre tu piel lo imprimiste.

Ahora, en un tugurio,

abnegada, sirves cerveza;

y tu paso entre las mesas

va dejando estela,

pero no es de luz ni de aroma

sino el vestigio del dogma:

la presencia de tus alas.

Lívidas tus mejillas

no se sonrojan

ante los que mascullan,

débiles murmuran,

ebrios alaban:

el divino talle,

la placida forma,

la mística curva;

y el alma extravían

ante tu sonrisa,

tu frugal limosna.

Ángel en libertad,

pronto la noche llegará,

sin luna plena

ni estrella orientadora,

como giganta huérfana,

en sollozos, tímida.

Y entonces nosotros,

tu ingrata feligresía,

a tu deseo ajena,

levantaremos catedral

de imponentes muros;

y en nueva religión,

presagiando tu huida,

aboliremos la luz,

los espejos y el día.


Alej.orfebre

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