lunes, 22 de agosto de 2011

EL CAFÉ TOPACIO IV Y ÚLTIMO

4.-Casualidades

El amor es como la combustión espontanea. A mi ya ni me importaba. Enamorarse es un lujo. Y los miserables, los pobres, no disponemos de ese preciado recurso. Si acaso lo compartimos al leerlo en folletines, en fotonovelas, en la revista en tonos sepia que cada semana, sin falta, compramos.
Cuando llegaste a trabajar aquí, después de que clausuraron el “café topacio”, él te siguió. Ya era, en aquel sitio, tu asiduo visitante, con toda su mala fama: se salía sin pagar, peleaba con quien se dejaba enganchar, pretendía seducir a todas las meseras. Y al otro día se presentaba como si nada hubiera ocurrido.
Eras como verse hasta el fondo de los ojos de la muerte. Como por casualidad. Sin esperarlo, solamente así, sin esperanzas. Verte entre esas mesas como arrecifes, leves espinas alineadas, tumulto de columnas torcidas, enfermas ramificaciones de una plegaria tan consumida.
Él te escribía. Y si no le mostrabas tu inmediata aprobación se molestaba. Pero, sin dudarlo, esas hojitas amarillas, esas letanías sin reposo, las rompíamos juntas, después de leerlas. Nos asustaban tanto como su mirada, ese nudo vuelto luz, ese cerrojo oxidado, ese muro infranqueable.
La pura casualidad de estar en la misma ciudad, el mismo día, a la misma hora. Si cumpliera mis promesas y tomara mis cosas, mi máquina de escribir, mis ajados libros, los cuadernos repletos de escritos sin futuro, y partiera a otro sitio, a un tiempo anterior, al mundo de los sueños, de cualquier forma te encontraría. Como niebla cósmica, como geiser perturbando la paz de un mundo de hielo.
No sé cómo paso. Te enamoraste y con impaciencia lo esperabas. Ya no compartías conmigo sus escritos, los versos trazados en una comanda, las palabras que en un susurro te decía. Hasta que se fue. Sólo te dejó el número de un teléfono al final de una extensa carta.
Como cuando encontré la pequeña librería y entré para hallar ese libro que buscaba para ti; y te lo lleve y vi en tus ojos por primera vez el reflejo de la poesía al recorrer las páginas, al suavemente dar vuelta a la hoja y encontrar los versos que otra persona escribió pero que eran míos, creados para ti y por fin leídos por ti, porque así debía ser.
No conocía en verdad la tristeza. Y contigo en silencio la compartí. Veía con tus lágrimas, respiraba tus suspiros, abrazaba tu inmensurable soledad con mis débiles brazos.
Intente convencerte de llamarlo, de marcar el número y saber, al menos, que en algún lugar él existía para ti y tener la esperanza de encontrarlo, de encontrarse.
Terca, obstinada, te negaste. Un día, sonriendo, al llegar, me lo enseñaste: lo tatuaste en tu pecho, a un lado de una frase: llamar en caso de accidente.
Debía alejarme, dejar de beber y volver a escribir. Por ti, para ti. Encontrarte en medio de la página en blanco y describirte con los ojos desempañados. Luego regresaría, aliviado de mis demonios, y tal vez merecería uno solo de tus desvelos, una palabra inventada para mi, uno de tus sueños ocurriendo en mi realidad. Pero mi cuerpo sucumbió, mi corazón se detuvo, mi alma seducida por leves voces se arrulló hasta quedar para siempre dormida.
Si en verdad yo te amaba debí adivinar tus intenciones. Pero creí que el tatuaje era una prueba de amor que le mostrarías a su regreso. Y esa idea me tranquilizó pues supuse que recobrabas las esperanzas, que te recuperabas y verte de nuevo sonreír, tararear canciones, abrazarme, me impidió descubrir tus planes.
Ahora descansarás, ya no irrumpiré en tus sueños: con jirones de luna, en hervor de flamas, como noche brava buscando su luciérnaga perdida. Y en el espejo de la mañana veré, sobre el vaho sedimentado, los sortilegios que a diario escribías y que nunca atendí. Y el último de tus presagios, pronto materia ilegible, revelará mi condición de arena lacerante. Y después, en el sueño eterno, en desierto me convertiré.
Los imaginaré juntos, como lo deseaste.
Nos enteramos por un empleado del “hospital Juárez” que, todavía incrédulo, narró, entre copa y copa, la llegada del cadáver de una joven mujer que carecía de identificaciones: la única referencia que en la morgue consideraron factible fue el extraño tatuaje pintado en el lado izquierdo del pecho. Un residente, en plan de broma, marcó con su teléfono móvil el conjunto de números, sobre la piel plasmados. Y tal fue la general sorpresa al escuchar, en una plancha aledaña, el timbre de otro aparato. Posteriormente descubrieron a qué teléfono habían marcado: al que aún poseía ese otro cadáver anónimo.
Luego, cuando me reponga, reclamaré ambos cuerpos y al final, luego de cremarlos, esparciré sus cenizas en las oscuras ruinas del “café topacio”.

FIN
ALEJ.ORFEBRE

viernes, 19 de agosto de 2011

{una conexión} El Dios de la pequeñas cosas


Hace ya mucho tiempo que leí el Dios de la pequeñas Cosas de Arundhati Roy ; recuerdo que hacia frío y se me enfriaban los dedos que sostenían el libro pero estaba tan absorta en la lectura que no me importaba mucho.
Sufrían más los personajes.
Además la forma en que está escrito te sumerge en la mente de los personajes.
Lo que más me sorprendió es que cada personaje tenía su propio lenguaje mental, digamos, hecho de imágenes que se repetían a lo largo de la historia y que terminan combinándose.

En fin es una delicia leerlo y al mismo tiempo es una tragedia lo que se lee.
Y bueno lo divertido es que acabo de escuchar verdaderamente una canción que ya lleva en mi colección casi medio año y a la que nunca había puesto atención: Mrs. Roy del grupo Tryo.
Aquí la letra:
Mrs Roy(Tryo)

Mrs Roy a sous la plume
Le combat des femmes
Roy, les canons fument
Les puissants se pâment
Mrs, voix de la paix
Dénoncera la fable
Elle a embrassé les lèvres de l’intouchable

Arundhati
Enraye la machine
Indienne en sari
Arundhati
Balaie les doctrines
Et l’Inde est en vie

Mrs Roy fille du Kerala
Un diamant sur le nez
Roy a deux grands yeux
Qu’elle aime promener
Mrs fait monter au ciel
Ceux des puissants
Elle, scandaleusement belle
Défie les géants

Arundhati
Enraye la machine
Indienne en sari
Arundhati
Balaie les doctrines
Et l’Inde est en vie

Mrs Roy offre au monde
Son inspiration
Elle se déchaîne
De ses traditions
Mrs tient dans le creux de ses mains
Le Dieu des petits riens

Arundhati
Enraye la machine
Indienne en sari
Arundhati
Balaie les doctrines
Et l’Inde est en vie



miércoles, 17 de agosto de 2011

{pure gold} Italian Leather Sofa

Sólo vamos a oirla:
Italian Leather Sofa de Cake

She doesn't care whether or not he's an island
She doesn't care just as long as his ship's coming in
She doesn't care whether or not he's an island
They laugh they make money
He's got a gold watch
She's got a silk dress and healthy breasts
that bounce on his Italian leather sofa.
She doesn't care whether or not he's a good man
She doesn't care just as long as she still has her friends
She doesn't care whether or not he's an island
they laugh, they make money
He's got a gold watch
She's got a silk dress and healthy breasts
That bounce on his Italian leather sofa
She's got a serrated edge
that she moves back and forth
It's such a simple machine she doesn't have to use force
When she gets what she wants,
she puts the rest on a tray in a ziplock bag
[REPEAT]
...in the freezer
She doesn't care whether or not he's an island
She doesn't care just as long as his ship's coming in
She doesn't care whether or not he's an island
They laugh, they make money
He's got a gold watch
She's got a silk dress and healthy breasts
that bounce on his Italian leather sofa

martes, 16 de agosto de 2011

{Soy una niña} Angel



A mi me gusta la Madonna de los 80's, cuando era niña ella fue mi modelo y ahora lo reivindico:
rebelde, estrafalaria y femenina.
La conocí en la película "Desperately seeking Susan".


Después la seguí por un tiempo.
Cuando volví a ver la película me pareció aun mejor. Me identifique de nuevo.

Angel de Madonna disco Like a Virgin.






viernes, 12 de agosto de 2011

PLEGARIA

A mi amor
supliqué
dormirse
donde
la duermevela
en murmullo
marino
se despliega;

con un sollozo
casi trino
arrullarse
le pedí
en la marea
declinante;

y al amanecer,
a mi amor,
disolverse
le rogué
en un haz de luz
titubeante.


Alej.orfebre

miércoles, 10 de agosto de 2011

I lost my glasses, you now?

Hace poco leí Ensayo sobre la ceguera, de Saramago. Fue un viaje a un mundo desalmado, aún más que el que vivimos hoy en día. Por un momento me imaginé que leía una crónica. Por que todo lo que estaba escrito era posible, era real.
Para mi es un relato de alguien que tuvo que verlo todo por que no se dejó contagiar, porque quería proteger a quién amaba. Alguien que no podía dejarse arrastrar por la tragedia.
Una conciencia que no tenía descanso.

Cuando desperté de esa pesadilla me dieron ganas de disfrutar más lo que veo. Bueno yo no podría vivir sin ver, soy una persona muy visual pero además todo lo que hago es leer así que ver es necesario.

Pero suele suceder que damos las cosas que más necesitamos por descontado hasta que...
las perdemos.
Llevo tres días sin lentes, y aunque trato de hacer todo lo que debo y quiero, me siento indefensa . Soy un caballero sin espada.

El viernes regresará mi vista.
Y terminará esta pesadilla.