De pronto no es importante donde estoy sólo importa que gira el ula-ula, que giramos.
En medio del acto suena un mundo que se repite, luces que pasan a prisa, cláxones que se acercan o se alejan. Gente que murmura, se asombra con nosotros.
Una vuelta y otra y otra más, una espiral que se enreda en mi cuerpo, una serpiente que baila conmigo.
La serpiente canta una música antigua, la música que anuncia que soy la dueña completa de mi cuerpo.
Giro, giramos y somos un fuego que se estremece, que se extiende hacia el cielo oscuro pero que se contiene dentro del perímetro circular que me envuelve.
La noche se adueña de todo, incluso de mi destino y debo partir. Las vueltas son cada vez más lentas y termino con una caravana.
Mañana volveremos con nuestra canción de fuego.
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