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jueves, 30 de diciembre de 2010

Testigo

Ahí se quedo él, temblando al borde, pasando la linea amarilla. Aún se oían el golpe, el grito agudo, el tren frenando y la gente aglomerándose.
Yo estaba muy cerca de ellos, aguardando como todos los días el metro. Estaba retrasado, más de lo normal y nos asomábamos a ver el interior del túnel esperanzados en mirarlo llegar.
Los jóvenes llegan, se detienen en la orilla y ven retadores, al foso, a las vías, al oscuro fondo. Eso ya no llama la atención de nadie.
Y quién podría adivinarlo. Se notaba tranquila, se diría que paciente en la espera, acostumbrada a las demoras. Ahora no podría describirla pues casi no la vi, sólo recuerdo un poco su voz de adolescente, la risa constante, algunos ademanes.
Y él se quedo ahí, con su camisa blanca manchada de sangre frente a las primeras ventanas del tren, atestadas de rostros.
De inmediato no supe qué hacer, lo miraba como los otros pasajeros: incrédulo, asustado.
Y me acerqué, quizá movido por un sentimiento de lástima o por pura curiosidad.
Y es que el muchacho algo repetía casi inaudible, poco comprensible y a punto del sollozo.
- Pinche Diana te hubieras suicidado cuando te dije. Pero no ahorita que tengo tanta prisa.

martes, 26 de octubre de 2010

Cuento de hadas y princesas

El sol del otoño combina con los ojos miel de Diana y con la bolsa de
Daniela.
El truco está en ver sin ver, una mirada de hielo, una sonrisa tirada como una
flor sólo para el I N D I C A D O. Pero jamás una mirada, tienes que desconcertar,
no eres de esté mundo ¿ok?

Horas de dedicación a la escuela, coronadas por esta noche en que ellas serán las reinas.
Son dos ninfas que flotan en medio del salón, sonrisas exquisitas, gestos delicados.

A nadie le queda esta ropa cómo a nosotras. Piensan a coro.
-Mira, nos comen con la mirada. Estamos geniales Dani.
-Claro, la elegancia se lleva en la sangre.

Maquillaje, vestidos y sus cuerpos esbeltos.

E s b e l t í s i m o s dicen con malicia por ahí.

-Puras envidias- dice su mamá.
-Esas gordas con mal gusto, mira como se les salen las lonjas.
En realidad hasta a ella le da pena salir con sus hijas, son tan hermosas, tan
como de R E V I S T A . Pero eso sí, sus hijas son listas, estudian y mucho.
Ser su chófer,
su paje,
su hada madrina.


La música, las sonrisas, las bebidas, los coqueteos, la comida.
La comida de Diana regreso a la cocina como vino, intacta.
Infecta, grasosa, llena de calorías e ingredientes artificiales.
-Yo sólo orgánico !eeeh!
Todos hacen como que no ven.

-¿Bailas?
-NO, gracias-Sonrisa de hielo, vete despreciable gusano.
Mil veces vendrán, sólo algunos tendrán el gusto de siquiera platicar con ellas.

Las noches se suceden, llenas de estrellas que nadie puede ver porque hay demasiadas luces
artificiales en esta ciudad.

-El asunto es que ya no puedo comer nada... óyelo N A D A... todo es tan sucio...
mejor un cigarro y a dormir. Mañana me tomo un jugo, algo L I G E R O.
-¿No crees que debes ver a un doctor?
-Estás loca, me van a poner a comer y me van a mandar al loquero. Y eso si que NO
Dani.
Pinche Daniela. Como ella es delgadita natural... !pero yo no! Yo salí cómo mamá
...gordita...espesa...Primero muerta que cómo mamá.

Te has estado mintiendo, y le has ayudado a mentir, ahora parece un monstruo. De su rostro
hermoso no queda nada, un cráneo con pelos como de elote, de cebolla.
¿Por qué dejaste que se matará?
Porque era más bonita que tú.
Acéptalo, tú estás P L A N A y ella sí parecía una mujer...parecía.

Te levantas y tomas la almohada, caminas despacio, te dejas caer, empiezas a apretar,
ella no tiene fuerzas. Es posible que ya esté muerta.
Murmuras.
-Pinche Diana, te hubieras suicidado cuando te dije.

lunes, 25 de octubre de 2010

Diálogo Vicente-Nario

-¿Crees que los encontremos a todos?
-A huevo que tenemos que encontrarlos, porque si no, ya valimos madre. Es una pinche boda, los familiares que no estén ahí es porque les importa un carajo.
-¿Y qué tal si hay más de los que pensamos? Traigo las balas contadas.
-¿Eres pendejo o qué? ¿Cómo se te ocurre no traer de reserva?
-Oh, pues ¿qué querías? Esos güeyes no me fían y ya tenemos suficientes pedos como para que también me los chingara a ellos.
-Pues ojalá y que sean menos de la cuenta, porque en una de esas se nos voltea...
-Ya sé, si nos falta le completamos con Molotovs.
-No seas pendejo, esos cabrones traen cohete todos, no te van a dar chance de andar prendiendo la Molotov.
-Entonces da lo mismo, si todos traen cohete no podemos dispararles a todos al mismo tiempo.
-Por eso traemos metras, estúpido.
-Yo sólo te aviso que si veo que se me están acabando las balas, agarro una y me la meto en la jeta.
-Dios quiera que no, carnal, pero harías bien, porque esos cabrones no te van a matar tan fácil si te agarran. Yo voy a hacer lo ídem si se presenta la ocasión.
-¡En qué pedo andamos metidos brother! ¡Y todo por tu pinche prima!
-¡Ni la hagas de pedo, pendejo! Cuando te cojiste a mi hermana firmaste tu pacto con esta familia, cabrón, ¡Ahora te chingas!
-¡Pinche Diana! Debió suicidarse cuando se lo dije.
-Pues sí, pero entiende que no lo hizo por su chavito.
-¡Pues valió madre! De todos modos ahorita el pinche escuintle ya está con los demás.
-Ya no chilles, al rato vamos a alcanzarlos si no nos ponemos las pilas.
-Por un lado estaría bien petatearse de una vez, después de todo ya no queda más familia que el tío Luis y para estar con él, mejor muerto.
-Por lo menos nos llevaremos a unos de los suyos, pa' que aprendan lo que se siente.
-Desde que nació ese pinche chamaco nos cargó la verga a todos. Mantenerlo salía más caro que una mansión del otro lado del río.
-Él no tiene la culpa, la tuvo la pinche Diana que no quiso trabajar, se fue por la fácil.
-Nadie de los que se chingaron tenía la culpa tampoco. Y yo se le dije, estaba muy cabrón su asunto, si se hubiera metido un plomazo se hubieran calmado los ánimos.
-El “hubiera” no existe. Además, ¿tú crees que esos hijos de la chingada iban a renunciar a su lana sólo porque la pendeja esa estaba muerta? Nos la iban a cobrar de todos modos y nadie de nosotros tenía esa cantidad.
-¿Cómo de que no? ¿Y el tío Luis? A ese cabrón es al que deberíamos de matar primero, por pinche tacaño.
-No seas pendejo, él tampoco tenía vela en el asunto. Además, esos cabrones mataron a un chingo de personas inocentes, se merecen lo que les tenemos preparado.
-¿Y qué vamos a hacer si sobrevive uno de ellos? Son capaces de encontrarnos en cualquier rincón del mundo.
-Por eso nos vamos a asegurar de dispararles bien, directo a la choya.
-Lo que quieres que hagamos ni Rambo lo podría hacer.
-Sólo hay que encomendarnos a Dios y a San Juditas, verás que todo sale bien.
-No sé, tengo un mal presentimiento de esto, además me están temblando las patas.
-Échate un perico para que se te quite, no quiero que te rajes y me dejes sólo con el paquete.
-Eso nunca carnalito, no podría vivir con ese remordimiento.
-Entonces más vale que te armes de huevos, porque ya casi llegamos.
-Vicente, si no sobrevivo yo y tú sí, sólo quiero un último favor.
-Con todo gusto Nario, ¿Cuál es ese favor?
-¡Mata al pinche tío Luis!
-Estás bien pendejo...