Me da miedo pensar
que existes
en un lugar
donde no esté yo;
en un tiempo
sin tranvías
ni luces abastecidas
por diáfano aceite.
A los ojos mirarte
y, en el topacio café,
distinguirme,
lejano e impreciso:
solo, en la curvatura
de la preciosa lente.
Me da miedo entrar
al mismo sitio
donde te soñé.
Y encontrar
la mancha de sangre
hace tiempo disecada,
el listón de seda rojo,
un menú ofreciendo
café expreso excelente.
Alej.Orfebre
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