14-04-2010
Al momento
no dije nada,
pero en tus dedos vi
un delator temblorcito
al tomar
la hoja amarilla
donde escribí,
con pesar,
los últimos versos.
De antemano
sabía tu respuesta
al pedirte
me aceptaras
como tu escriba
o tu biógrafo;
pero no quedaba
ni un milímetro
de espacio para mi
en tus manos.
Eres transparente
y sólo te ubiqué,
ese día sin nubes,
por medio
de un raro
efecto de la luz
entre los cristales.
Y ya lo intuía
pero debía verte:
eres un fantasma
y tu movimiento
no tiene que ver
con la realidad,
con lo que te rodea;
no hay reflejo,
nunca te reflejarás
sobre la superficie,
pulcra y suave,
del presente.