viernes, 20 de julio de 2012

Manifiesto.


          ¿Por qué escribimos?

Porque escribir nos aleja de las fauces de la desesperanza.

Escribimos para mitigar aquello que falta en las mesas, en
la almohada, en la ventana, en el trayecto de vuelta a casa,
en la búsqueda.

Porque, creyentes del hallazgo, lo compartimos: el ángel que
nos cuida entre las multitudes; el suspiro para evadir la
asfixia; la caricia que renueva la ternura; la mirada que nos
dibuja en una servilleta; la sonrisa que nos incluye, nos
refleja.

Escribimos para todos, pero muy en especial para las meseras,
los lavalozas, los obreros de manos fieles, los que limpian
las casas y oficinas, los albañiles enceguecidos por la cal,
los desempleados, las amas de casa agobiadas, los estudiantes
sin dinero para ir a la escuela, las mujeres lastimadas.

Escribimos para aquellos a los que las carencias les van
envejeciendo la piel y el corazón.

Tomamos la voz del que duerme en una banca de piedra, a la
intemperie, o en la mesa de una fonda abierta las 24 horas;
reproducimos la voz de quien pasa su jornada de trabajo en
silencio, o despierta gritando con el dolor trasladado del
sueño hasta los huesos.

Descubrimos un lugar donde se puede volar para no continuar
la caida, e intentamos dibujar un mapa preciso para difundirlo.

Elegimos este oficio por benigno. Somos intrascendentes pero
inconformes. Nuestro sitio nunca será el gabinete académico,
ni los templos ni los palacios.

Porque no podemos elegir la muerte, escribimos. Hacemos de la
palabra sustento cotidiano, abrigo, luz, intima penumbra,
griterio. Escribimos porque la vida es nuestra tarea.

La vida es nuestro medio masivo de producción colectivizado.
Y expropiamos la alegria y la esperanza. La vida es nuestra
              cooperativa, los libros regalados como manzanas, los poemas
              escritos con cientos de papalotes ondeando en el cielo.
       
              Porque la vida es también la mítica repartición de los
              peces y los panes.

24-06-2012 ALEJ.ORFEBRE